PROVINCIA
Día domingo, esquina de la luz, casa de los cerezos,
los huéspedes del olvido hierven el agua de los silencios,
el carbonero baja la cuesta con su carretilla de imanes,
lleva las horquillas del pelo perdidas entre los setos,
agujas de las modistas, llaves que no abrirán ninguna puerta.
Día domingo, esquina de la luz, casa de los cerezos,
pasa el cartero a beber ginger ale con su novia,
los predicadores sonámbulos anuncia la salvación de las
estatuas,
el gendarme lustra el charol de su gorra de plato,
las hijas crecen como girasoles sobre el tacón de los zapatos.
Día domingo, esquina de la luz, casa de los cerezos,
los perros envejecidos cuidan el jardín abandonado,
las buganvillas incitan al desayuno de las abejas,
los aeropuertos están vacíos como una caja de barbitúricos
cuando alguien busca en un libro la geografía de un nombre,
el agua de un río finlandés para las gaviotas sin puerto.
Día domingo, esquina de la luz, casa de los cerezos,
pasan las ilusiones por la tabla de multiplicar del cero,
pasan con guirnaldas de mayo las criaturas que regresan
del bosque,
del bosque,
los vendedores de periódicos sacan la cuenta del tiempo
perdido,
del tiempo ganado, dormida para siempre a tu lado.
Día domingo, esquina de la luz, casa de los cerezos.
Del libro Poemas para llevar en el bolsillo
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