Venta de grabados, acuarelas, esculturas, pinturas y libros de autor de Juan Carlos Mestre y Alexandra Domínguez
miércoles, 19 de septiembre de 2018
El poeta es un asunto allí en lo invisible
EL POETA ES UN ASUNTO ALLÍ EN LO INVISIBLE
Ese hombre es invisible, su materia de alondra es invisible,
anda en lo invisible con pasos que hacen ruido en las calles invisibles,
come cosas invisibles, respira lo invisible, paga con monedas invisibles.
El poeta es un asunto allí en lo invisible, cruza ríos invisibles.
Se acuesta con mujeres invisibles, habla con palabras invisibles.
Está en Dublín y es invisible, va por el cielo en aviones invisibles,
en su corazón la melancolía es invisible, piensa en cosas invisibles,
lee a Kavanagh que escribía libros invisibles,
por ejemplo esto es invisible : My soul was and old horse
offered for sale in twenty fairs.
Su furia es invisible, su tempestad también es invisible,
trabaja en una fábrica invisible, gasta sus codos en mesones invisibles,
Teiller era invisible, Parra casi es invisible, nadie ha visto a Rojas.
Los obreros brindan al final de la jornada con jarras invisibles de cerveza,
los solitarios se hospedan en hoteles invisibles, llaman por teléfono
a chicas invisibles, esperan en esquinas invisibles a otros invisibles.
En el verano la lluvia es invisible, abren entonces un paraguas invisible,
se van a provincias invisibles a leer poemas invisibles,
se encuentran en un parque con alguien invisible, aman lo invisible.
El poeta es un asunto allí en lo invisible, este mismo poema es invisible,
un espejo es invisible, la ciudad en la que vivo en invisible,
lo imprescindible y lo insignificante, eso es lo invisible.
Alexandra Domínguez del libro La conquista del aire
domingo, 2 de septiembre de 2018
Tristia, poema de María Negroni
Pintura de Alexandra Domínguez
TRISTIA
En el momento en que estaba manipulando la imagen de la pequeña Godiva, Joseph Cornell pensó - tal vez - en la dañina vejez. Sus largos dedos flacos se movían, sin prisa, acostumbrados como estaban a las disciplinas del celuloide. Pero su mente estaba en otro lado. La estación, pensó, ya no es propicia para tantas cosas.¿Por qué el deseo, en cambio sigue intacto? Miró a su alrededor : tan solo escombros, cantos y alcobas vedados, penas en la casa exhausta. Después, miró de nuevo la imagen. Soy todavía una música, pensó. Una porfiada elegía, capaz de captar la intriga de la calle humana. Todavía puedo, como Ovidio, escribir místicos desiguales sobre el exilio. No es demasiado.Ni poco.
Poema de María Negroni, del libro Elegía a Joseph Cornell
Para María Negroni, como para Cornell, el arte es la infancia. No porque la obra atesore un candor olvidado sino porque es el único país de las maravillas y la única tierra del nunca jamás donde se puede conquistar lo incomprensible. Elegía Joseph Cornell es un diario íntimo (si acaso fuera posible un diario íntimo por interpósita personal) : el artista-niño no podría haber escrito estas páginas, pero es único que podría saber leerlas. Es que - así lo quiso él - las películas más conmovedoras son aquellas concebidas para no ser filmadas nunca. Como este libro que aún no ha sido escrito.
David Oubiña
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