Me encanta el pueblo de los prados.Su belleza frágil y carente de veneno no me canso de recitármela.El ratón de campo, el topo, chiquillos lóbregos perdidos en la quimera de la hierba, el lución hijo del cristal, el grillo más manso que nadie, el saltamontes que taconea y cuenta su ropa tendida, la mariposa que simula la ebriedad y pone nerviosa a las flores con sus hipos silenciosos, las hormigas a las que la vasta extensión verde hace sentar la cabeza, y de inmediato por encima los meteoros golondrinas...
Pradera, eres el botiquín del día.
René Char
No hay comentarios:
Publicar un comentario